26 diciembre 2024
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26 diciembre 2024

Eutanasia: el derecho a morir dignamente

Tan solo siete países en todo el mundo permiten este procedimiento, que provoca un gran debate social

La eutanasia es la “intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura”, según la definición del diccionario de la Real Academia Española (RAE). También se define como “muerte sin sufrimiento físico”.

Este procedimiento médico se administra a personas con una enfermedad incurable que sienten mucho dolor y no quieren seguir viviendo, pero su aplicación también genera mucha polémica

Para los defensores de la eutanasia, se trata del derecho a morir dignamente de personas que ya no podrán curarse y que no quieren seguir viviendo si no es con un mínimo de calidad de vida. En ese sentido, consideran que legalizar la eutanasia permite ahorrar el sufrimiento de muchas personas con enfermedades terminales.

Para sus detractores, regular la eutanasia es como legalizar un crimen porque se está provocando la muerte de alguien que, sin esa intervención, seguiría viviendo. Los partidos políticos y movimientos sociales contrarios a la muerte asistida creen que es preferible utilizar métodos paliativos que ayudan a aliviar el dolor.

España ha sido el último país en legalizar la eutanasia: la Ley Orgánica reguladora de la Eutanasia se aprobó con 202 votos a favor, 141 en contra y 2 abstenciones. De esta forma, se convertía en el séptimo país del mundo en regularizar la muerte asistida, junto con Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia y Nueva Zelanda.

La nueva ley expone que, para poder aplicarse, el paciente debe “sufrir una enfermedad grave e incurable o un padecimiento grave, crónico e imposibilitante” que provoque un “sufrimiento intolerable”. Además, debe confirmar su voluntad de morir al menos cuatro veces durante el proceso. Un comité médico de expertos valorará cada caso por separado.

El texto contempla tanto la eutanasia propiamente dicha (cuando personal médico administra una sustancia al paciente) como el suicidio asistido (cuando el paciente se administra la sustancia a sí mismo para causar su propia muerte). Los médicos y personal sanitario podrán alegar objeción de conciencia y negarse a administrarla.

La eutanasia en el mundo

A día de hoy, la eutanasia y el suicidio asistido están regularizados en varias regiones y países en diferentes grados.

En España, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá existen leyes específicas para la eutanasia, que regulan su aplicación. Holanda fue el primer país del mundo en legalizar esta práctica en 2002. En Nueva Zelanda, la ley entrará en vigor en noviembre de 2021.

La eutanasia está permitida en Colombia, aunque no existe una ley que describa cómo debe llevarse a cabo. También es legal en el estado australiano de Victoria (pero no en el resto de Australia). 

Algunos estados de Estados Unidos permiten el suicidio asistido, cuando el paciente terminal cuenta con la ayuda de un médico para obtener la medicación necesaria pero es él/ella mismo quien pone fin a su vida.

Países como Suiza, Alemania o Austria solo permiten la eutanasia pasiva: cuando la muerte de un paciente en situación irreversible se consigue al suspender el tratamiento médico. Esta forma de eutanasia también está reconocida en casos específicos en Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia.

En América Latina, países como Argentina, Chile, México o Uruguay también contemplan la posibilidad de que el paciente rechace el tratamiento que lo mantiene con vida.

La lucha de Ramón Sampedro

Ramón Sampedro (1943-1998) era un marinero gallego que a los 25 años sufrió un accidente y quedó tetrapléjico. Pasó más de la mitad de su vida sin poder moverse de cuello para abajo.

Los últimos años de su vida presentó varias peticiones ante los tribunales para que reconocieran su derecho a morir dignamente. Como no podía hacerlo por sus propios medios, solicitaba el suicidio asistido y pedía que las personas que le ayudaran no fueran acusadas por un delito.

Sampedro contó con la ayuda de varios amigos para morir. Consiguieron una dosis de cianuro que alguien puso a su alcance en un vaso con una pajita, y fue el propio Sampedro quien sorbió el líquido. Antes de morir, grabó sus últimas palabras en un vídeo donde recordaba que era “plenamente consciente de sus actos” y que “nadie debía ser culpado” por su muerte.

Su caso saltó a los medios de comunicación y abrió el debate sobre el suicidio asistido en España. La película Mar adentro (2004), de Alejandro Amenábar, retrató su historia y ganó el Oscar a Mejor Película Extranjera.

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