Un juez ha declarado al exmandatario culpable de corrupción y tráfico de influencias
El expresidente francés Nicolas Sarkozy ha sido condenado a tres años de cárcel por corrupción y tráfico de influencias, lo que le convierte en el primer jefe de Estado de Francia en ser condenado a prisión.
Sarkozy fue presidente entre 2007 y 2012 (los mandatos presidenciales duran 5 años en Francia), aunque los hechos por los que se le acusa tuvieron lugar antes de que accediera al cargo.
El tribunal le acusa de utilizar sus influencias para conseguir información confidencial de una investigación abierta contra él: la supuesta financiación ilegal de su campaña para convertirse en presidente en 2007. Así, Sarkozy intentó sorbornar al abogado Thierry Herzog y el juez Gilbert Azibert para que hablaran con funcionarios de justicia y accedieran a documentos secretos, con el objetivo de descubrir qué pruebas se habían conseguido contra él.
La trama se conoce como “Caso de las escuchas” porque se basa en unas conversaciones grabadas entre Sarkozy y Herzog que salieron a la luz después de que Sarkozy dejara de ser presidente.
De los tres años de condena, Sarkozy estaría exento de cumplir dos años porque no ha sido condenado anteriormente y no tiene antecedentes. El tercer año podría cumplirlo en forma de detención domiciliaria, es decir: no tendría que ingresar en prisión, pero sí llevar un brazalete electrónico para controlar su posición y evitar una posible fuga.
Por su parte, Sarkozy sigue reivindicando su inocencia y ha declarado que apelará la sentencia. Desde hace algún tiempo se especulaba con que podría volver a la política, pero esta condena limita sus opciones de presentarse a las elecciones presidenciales de 2022.
Nicolas Sarkozy tiene una larga trayectoria en política. Empezó como alcalde de Neully-sur-Seine, una ciudad a las afueras de París y uno de los municipios más ricos de Francia. También fue ministro de los dos presidentes que le precedieron: François Mitterrand y Jacques Chirac.
El presidente de Francia
Al igual que Portugal, Francia es una república semiparlamentaria en la que el presidente o Jefe de Estado es escogido en unas elecciones pero tiene un poder limitado. Quien gobierna realmente en estos países es el primer ministro o Jefe de Gobierno, elegido en las elecciones legislativas.
No obstante, el presidente desempeña una función como representante del país en encuentros internacionales o misiones diplomáticas. En el caso de Francia, una de las principales potencias europeas y miembro del G7 (el grupo de los siete países más ricos del mundo), su presidente juega un papel destacado en el panorama internacional.
De acuerdo con las leyes, el presidente de Francia es quien elige al primer ministro; aún así, su nombramiento puede ser vetado por la Asamblea Nacional (el parlamento francés), por eso debe elegir un candidato que cuente con una mayoría parlamentaria.
El mandato presidencial en Francia tiene una duración de cinco años (hasta el año 2000, se renovaba cada siete años). El actual presidente francés, Emmanuel Macron, fue ministro de economía entre 2014 y 2016, cuando dimitió para crear su propio partido político y presentarse a las elecciones de 2017.
¿Nuevas políticas para Francia?
El panorama político francés ha estado marcado por dos partidos durante más de 30 años: el Partido Socialista (PS), considerado de izquierdas, y la Unión por un Movimiento Popular (UMP), considerado de derechas y que en 2015 cambió su nombre por el de Los Republicanos.
Sin embargo, las elecciones de 2017 marcaron un cambio de rumbo en el país. En aquel momento, igual que otros países europeos, Francia aún arrastraba las consecuencias de las crisis económica de 2008. A ello había que añadir la crisis de los refugiados que huían de los conflictos en Oriente Medio y la ruptura del Brexit, con el Reino Unido anunciando su salida de la Unión Europea.
Ante este escenario, Emmanuel Macron y su partido En Marche! representaban un nuevo modelo que rompía con los partidos tradicionales y podía ofrecer nuevas políticas. Por eso fue uno de los candidatos presidenciales más votados en las elecciones de 2017.
La otra candidata en disputa fue Marine Le Pen, del partido de ultraderecha Frente Nacional. El discurso anti-inmigración y lleno de soluciones mágicas de Le Pen también convenció a una parte importante de los votantes, cansados de los políticos de siempre.
Finalmente, Macron consiguió imponerse en la segunda vuelta de las elecciones: una gran parte del electorado le votó para impedir que la extrema derecha gobernara en Francia.