Además de usarse para socializar y divertirse, los móviles y plataformas sociales han dado pie a nuevas formas de acoso entre los jóvenes
En un mundo tan digitalizado como el actual, la gran mayoría de jóvenes pasa una gran parte de su día conectado a internet y usando las redes sociales. Según un estudio de Unicef realizado con más de 40.000 estudiantes, el 96,3% de los jóvenes pasa su tiempo libre conectado a un móvil, una tableta o un ordenador y el 90,8% se conecta a diario.
A través de los dispositivos electrónicos, los jóvenes pueden realizar una gran cantidad de actividades de ocio, como socializar con sus amigos, jugar a videojuegos, navegar por las redes sociales o ver series y películas. También pueden conectarse para buscar contenido informativo e incluso para realizar tareas escolares.
El problema es que, a la par que ofrece una serie de beneficios para los menores, internet también puede provocar ciertos perjuicios. Es el caso del ciberacoso, un tipo de acoso que sale de las aulas escolares y que continúa en casa a través del uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías.
Según datos de Unicef, más de un tercio de los jóvenes reconoce que ha sido víctima de acoso en la red, y 1 de cada 5 ha faltado a la escuela debido a situaciones de ciberacoso y violencia.
Ciberacoso: definición y consecuencias
El ciberacoso es un tipo de abuso o intimidación que ocurre a través de las tecnologías digitales. Este acoso puede ocurrir en diferentes lugares de la red: en redes sociales como Instagram o TikTok, en plataformas de mensajería como WhatsApp e incluso en los videojuegos que se disputan online.
Este comportamiento se repite en el tiempo y su objetivo es atemorizar, enfadar o humillar a otras personas. Algunas prácticas propias del ciberacoso son la difusión de mentiras, la publicación de fotografías o vídeos vergonzosos en redes sociales, así como el envío de mensajes hirientes, abusivos y amenazantes a través del móvil.
Las consecuencias del ciberacoso se pueden prolongar en el tiempo y suelen ser principalmente de tres tipos: mentales (la víctima puede sentirse preocupada, avergonzada o asustada), emocionales (la víctima puede sufrir ansiedad o depresión) o físicas (la persona acosada puede perder el sueño o sufrir de dolores de cabeza).
Las víctimas del ciberacoso pueden ser tanto chicas como chicos, pero el tipo de ciberacoso que sufren diferente. Según un estudio de Unicef, las chicas tienden a ser más atacadas que los chicos por su apariencia, peso o sexualidad. También es más probable que sean víctimas de acoso, exclusión y reputación por motivos de género.
Qué hacer en caso de ciberacoso
Es importante que los jóvenes sepan identificar cuándo ciertos comportamientos en clase pueden resultar hirientes. En ocasiones, los amigos justifican estas conductas diciendo que “son solo una broma”. Sin embargo, el ciberacoso es un asunto muy serio que no puede pasarse por alto.
Para proteger a los menores víctimas de ciberacoso es importante la mediación de las familias, la atención del profesorado y la presencia de normas establecidas en el entorno escolar, según recoge Unicef. Pero, además, también es importante fomentar la confianza y la resiliencia de los menores, es decir, su capacidad para reponerse y hacer frente a estas situaciones de abuso.
En caso de sufrir acoso o intimidación en la red, el primer paso es buscar ayuda de alguien de confianza para encontrar juntos una solución al problema. Puede ser un familiar (padre, madre, hermano/a u otro familiar cercano) o un adulto de confianza (por ejemplo, un profesor de la escuela en quien se puede confiar).
Como usuarios de la red también tenemos la opción de configurar la privacidad de nuestras redes sociales. Las víctimas pueden poner sus perfiles en modo privado, denunciar comentarios, mensajes y fotos hirientes, o bloquear a los acosadores para que estos no puedan seguir comentando sus publicaciones o escribiéndoles mensajes.
En caso de conocer la existencia de fotografías o vídeos que se han publicado sin tu consentimiento, puedes pedir ayuda al canal prioritario de la Agencia Española de Protección de Datos para la retirada de estos contenidos.