El campeón del mundo de boxeo disputará el poder al presidente Rodrigo Duterte, muy criticado por su violenta guerra contra el narcotráfico
El boxeador filipino Manny Pacquiao, que a lo largo de su carrera deportiva se ha proclamado campeón del mundo en diferentes categorías, ha anunciado su retirada del boxeo para centrarse en su carrera política y presentarse a las elecciones presidenciales de Filipinas, que se celebrarán en mayo de 2022.
Pacquiao lleva más de 25 años boxeando y ha ganado 12 títulos mundiales en ocho categorías de boxeo profesional, que se diferencian según el peso de los contrincantes. Así, el boxeador filipino ha sido el mejor en categorías como el peso mosca (hasta los 50,8kg), el peso pluma (hasta 57,1kg) o el peso súperwelter (hasta los 69,8kg).
En 2015 participó en el llamado “Combate del siglo” contra el estadounidense Floyd Mayweather, que generó una gran expectación en todo el mundo y recaudó más de 280 millones de euros en derechos de retransmisión por televisión. Sin embargo, a nivel deportivo, el combate fue poco emocionante y no cumplió con las expectativas de los aficionados.
Tristeza, decepción y enojo en Filipinas por la derrota ‘injusta’ de Pacquiao ante Mayweather: http://t.co/nPQtNF3phd pic.twitter.com/TwTzmC1oHJ
— Univision Noticias (@UniNoticias) May 3, 2015
A partir de 2010, Pacquiao empezó a combinar su carrera deportiva con la política. Gracias a su popularidad, consiguió suficientes votos para ser elegido congresista en 2010 y senador en 2016. En diciembre de 2020 fue elegido presidente del Partido Democrático Filipino-Poder Popular (PDP), el partido más importante de Filipinas, lo cual ya le situaba como posible candidato a la presidencia.
El PDP es también el partido del actual presidente, Rodrigo Duterte, que en 2022 terminará su mandato de seis años y no puede presentarse a la reelección, ya que la Constitución filipina establece que los presidentes pueden gobernar un único mandato.
En el pasado, Duterte y Pacquiao fueron aliados políticos en el PDP. Sin embargo, el año pasado Pacquiao empezó a distanciarse del actual presidente: denunció los casos de corrupción en el gobierno y criticó la estrategia de Duterte en el conflicto entre Filipinas y China por las aguas del mar de China Meridional, reivindicadas por varios países. Esto provocó una división interna en el propio PDP.
Pacquiao todavía no ha presentado su programa político, aunque en el pasado se ha mostrado contrario al matrimonio homosexual porque considera que es un pecado contra Dios, y se ha mostrado favorable a instaurar la pena de muerte, una condena que a día de hoy no existe en Filipinas.
Duterte se aferra al poder
Rodrigo Duterte tiene una larga carrera en la política. Durante 22 años fue alcalde de Davao, una de las principales ciudades de Filipinas. Allí empezó a aplicar una política de tolerancia cero contra la delincuencia y utilizó la violencia para combatir las actividades criminales.
En 2016, ya convertido en una figura muy popular en Filipinas, arrasó en las elecciones presidenciales con un 40% de los votos, lo que le ha permitido gobernar sin oposición durante todo su mandato y aplicar violentas políticas contra el narcotráfico, muy criticadas por las organizaciones de derechos humanos.
Duterte no puede presentarse a las elecciones presidenciales, pero sí ha anunciado su candidatura como vicepresidente. En un principio iba a acompañar ala candidatura de su hija, Sara Duterte, que actualmente es la alcadesa de Davao y quería presentarse como candidata a presidenta, pero finalmente ha renunciado.
El cargo de vicepresidente en Filipinas se elige también en unas elecciones y de forma separada al presidente. Algunos expertos políticos creen que se trata de una estratagema de Duterte para mantenerse en el poder y le comparan con Ferdinand Marcos, que entre 1965 y 1986 impuso una dictadura en el país y gobernó con el apoyo de las fuerzas de seguridad.
La polémica guerra contra las drogas
Varias organizaciones de derechos humanos han denunciado la brutalidad policial y las ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo por el gobierno de Duterte bajo el pretexto de la guerra contra las drogas.
Ya durante su etapa como alcalde de Davao creó los llamados “escuadrones de la muerte”, que asesinaban a traficantes de drogas y drogadictos en las calles, incluso a menores. Aunque al principio negó la existencia de estos grupos armados, Duterte acabó admitiendo que había participado en las patrullas e incluso que había disparado contra delincuentes.
Según datos de estas organizaciones, a fecha de abril de 2021 más de 6.000 personas habrían sido asesinadas por la policía, la mayoría personas pobres consideradas traficantes que fueron ejecutadas sin tener derecho a una defensa.
La Corte Penal Internacional ha abierto una investigación contra Duterte por posibles crímenes de lesa humanidad, acusándole de la muerte de miles de personas, niños incluidos. Sin embargo, el gobierno filipino ya ha anunciado que no colaborará con la CPI ni permitirá la entrada de los investigadores en el país.